¿Por qué la amabilidad es importante para la salud?

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¿Por qué la amabilidad es importante para la salud?

En la búsqueda del bienestar integral, a veces recurrimos a medidas extremas, costosas o poco naturales, sin saber que podemos encontrarla en el intercambio cotidiano.

Hace algunas décadas estudiar la amabilidad a nivel científico se consideraba un tema poco serio. Por tanto, no se habían demostrado aún sus beneficios, más allá de la percepción subjetiva de bienestar sentida por cada quien, a partir de actos amables o de prestar servicio. Hoy en día la amabilidad es cada vez más estudiada por la psicología y las neurociencias, debido a resultados inesperados se encontrados, referidos tanto a los beneficios a la salud de los actos amables, como su perjuicio por los contrarios.

Los estudios con imágenes cerebrales demuestran que cuando uno se critica o es duro consigo mismo(a), se encienden los mismos circuitos cerebrales que cuando estamos siendo atacados por alguien más. El cuerpo reacciona con la respuesta al estrés propia del ataque externo, el sistema nervioso autónomo dispara respuestas defensivas y de ansiedad. Poco nos imaginamos que las áreas cerebrales que se activan cuando nos decimos palabras negativas a nosotros mismos, son las áreas de la escucha. Es decir, el cerebro asume que alguien más lo está criticando, no uno a sí mismo. Eso explica la respuesta al estrés del cuerpo, la cual nos pone en estado de hiper alerta y altera los mecanismos fisiológicos del organismo al aumentar el cortisol. El cortisol es muy útil y necesario, en moderadas cantidades y momentos precisos, pero su exceso se vuelve tóxico, produciendo cambios a nivel del hipocampo, el área cerebral relacionada con el aprendizaje (entre otros efectos). De manera que si juzgarnos y criticarnos es nuestra conducta habitual, nos estamos haciendo daño, no sólo emocionalmente, sino físicamente. De hecho, no hay tal división entre lo físicao y lo emocional, por tanto, siempre que nos hagamos daño emocionalmente tendrá repercusión a nivel físico.

Lo contrario también ocurre: quedó demostrado en un estudio en la Universidad de California, en donde un grupo de científicos quisieron entender el mecanismo que explicara por qué la conducta prosocial se relacionaba con bienestar físico y longevidad. Se interesaron por un mecanismo observable en estudios sanguíneos, a través del cual se activan genes proinflamatorios en respuesta al estrés y se inactivan genes involucrados en la respuesta innata antiviral y la producción de anticuerpos del organismo. Es decir, una respuesta que señala al estrés influyendo negativamente sobre la respuesta de defensa del organismo. En el estudio se compararon dos formas de comportamiento prosocial: actos de amabilidad dirigidos hacia otro individuo y hacia el mundo, con otras dos formas de comportamiento, el comportamiento positivo centrado en uno mismo y el grupo control neutral. Las personas que participaron en el comportamiento prosocial hacia los demás manifestaron una expresión reducida de genes indicadores de esta respuesta inmune negativa. Las otras tres condiciones no produjeron cambios epigenéticos. Estos hallazgos demuestran un efecto causal entre una conducta amable hacia los demás en la regulación de los genes que favorecen la salud.

"podemos llegar a hablarnos a nosotros mismos con una dureza que nos sería inaceptable si proviniera de otros".

El ser humano requiere de conexión para sobrevivir, de hecho, es la desconexión la causa del trauma y de los sentimientos de dolor más profundo. Tiene sentido que la naturaleza en su afán de preservación y sobrevivencia desarrolle mecanismos fisiológicos que expresen los beneficios para la salud de conectar con los otros.

Pero ¿qué es o cómo se practica la amabilidad? La bondad es compasión en acción. No queda en decirlo o tener buenas intenciones que no se manifiesten en acciones. Podemos empezar por nosotros mismos, superando los prejuicios que definen la autocompasión como flojera, negligencia o debilidad; esa postura constituye un obstáculo a superar. En casos extremos la falta de autocompasión se vuelve maltrato, no solo por el hecho de autocríticarse, sino por la auto exigencia exagerada y la poca consideración hacia uno mismo, vista en la falta de interés por satisfacernos necesidades básicas como descanso, diversión o disfrute. Incluso, con toda naturalidad, podemos llegar a hablarnos a nosotros mismos con una dureza que nos sería inaceptable si proviniera de otros y con la que nunca hablaríamos a un amigo o incluso a un extraño. Lejos de ser un liderazgo fructífero para el logro, los resultados de esta conducta llevan al estancamiento, malestar y depresión. Además de trabajar terapéuticamente en el origen de esta falta de amabilidad con uno mismo, podemos comenzar simplemente con desafiar todos esos hábitos y empezar con pequeños pasos en diversos ámbitos de la vida, a hacer una diferencia en el trato que nos damos: modificar conductas negativas habituales, dedicarse a aprender algo nuevo que nos guste, progresar en una meta poco atendida, atender a las palabras que nos dedicamos, cambiar un hábito negativo, todo lo cual implica formas de autocompasión que tienen efectos positivos a nuestro bienestar.

"uno puede no creerse un pensamiento, aunque no lo logre desaparecer".

A veces las experiencias previas en la vida nos impiden sentir sentimientos positivos hacia los demás. Hay personas que reconocen que están predispuestas a ver la amabilidad como debilidad o que no tienen la debida disposición. Crecen observando muy pocos actos de bondad, malas relaciones previas los vuelven cautelosos y desconfiados en las relaciones, o se sienten llenas de resentimiento, al punto que un acto amable se vuelve impensable. No obstante, nos podemos sentir de esa manera y al mismo tiempo ser conscientes de que constituye un obstáculo a superar, uno puede no creerse un pensamiento, aunque no lo logre desaparecer. A partir de tomar conciencia, del trabajo individual y de saber que la falta de amabilidad nos aisla de sus beneficios, podemos valernos de herramientas a utilizar a nuestro favor, para ayudar a permear las barreras levantadas por un corazón herido y empezar a abrirlo lentamente con práctica. Una de estas herramientas es la meditación Metta o Meditación Compasiva, la cual se ha demostrado en numerosos estudios que ayuda a conectarse con los demás, bajar las defensas y generar sentimientos positivos hacia los otros.

Otra forma de meditación compasiva es la dirigida hacia uno mismo (Meditación de Autocompasión), estudiada de forma pionera por Krisitne Neff a partir del año 2003, y que también ha demostrado innumerables beneficios para la salud física y mental, como son una sensación de satisfacción y bienestar psicológico; menos ansiedad, estrés y depresión; menos perfeccionismo maladaptativo; menos trastornos de alimentación y mayores sentimientos de felicidad, optimismo, aprecio por la vida y por el propio cuerpo.

En el siguiente link puedes encontrar una meditación para empezar a poner en práctica esta manera de aproximarse a uno mismo que con certeza se traducirá en bienestar.

Ir al video de la meditación

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