La unicidad en psicoterapia

Acerca de la película Vivir Dos Veces
9 de diciembre de 2021

La unicidad en psicoterapia

Lo que hacemos los psicólogos en psicoterapia está influenciado por nuestra creencia acerca de qué es ser humano. Esto es un dilema asociado a una vivencia personal, subjetiva y privada, pero la labor y responsabilidad de trabajar con la vida de otros amerita acudir a la ciencia, el conocimiento y el trabajo personal para contraponer la subjetividad a la evidencia. Éticamente estamos obligados a cuestionar y poner en duda nuestras creencias y prejuicios.

La ciencia ha estado demostrando cada vez más que la unión está presente en todos los aspectos del ser humano. Más que “unión” -que implica objetos separados que se juntan-, es “unicidad” o “inseparabilidad”. Este no es un tema aceptado fácilmente por los apegados a la evidencia física y con la incredulidad se pierde un potencial importante de herramientas terapéuticas.

Éticamente estamos obligados a cuestionar y poner en duda nuestras creencias y prejuicios.

La psicoterapia procura ayudar a desarrollar hábitos saludables, intercambios de colaboración armoniosa en las relaciones y modificar pensamientos distorsionados. La intervención será efectiva y duradera en tanto se ocupe más de eliminar las causas de los problemas que de modificar conductas. Para lograrlo, el terapeuta se basa en un esquema conceptual que organiza la evaluación diagnóstica y dirige las medidas terapéuticas. No obstante, la conducta más común en el desarrollo profesional es profundizar en una misma corriente teórica, hasta alcanzar la especialización, sin abrir la búsqueda de comprensión y acción a áreas ignotas. Se ha visto que un marco conceptual restringido, a veces obliga a forzar la teoría al caso u omitir aspectos de la clínica inexplicables por dicha teoría.

Mencionaremos algunos estudios científicos que han venido demostrando posibilidades terapéuticas de gran alcance, interesantes de considerar, aunque parezcan muy ajenas a los modelos psicoterapéuticos convencionales. Las dificultades para superar creencias existen porque no se puede ver lo que no se cree, pero como tampoco se puede creer lo que no se ve, es necesario sembrar la duda.

La unicidad se manifiesta en el cuerpo: La diferenciación de los sistemas y órganos no es separación. Todos los sistemas del organismo están interconectados. El cerebro no regula sólo el funcionamiento de los demás órganos y glándulas por separado, sino que actúa en sincronía con otros órganos, especialmente el corazón y el intestino, en una relación bidireccional, con un efecto de acción instantánea e inmediata. La microbiota intestinal que vive en el cuerpo modula los sistemas inmune, gastrointestinal y nervioso central. Impacta en la capacidad del organismo para responder al estrés y a su vez el estrés altera el microbioma químicamente, con consecuencias en su actividad. La misma interacción ocurre con el sueño. Una dieta inadecuada, altera el equilibrio de la microbiota (disbiosis intestinal) generando una respuesta autoinmune, que conlleva a inflamación y la inflamación resulta ser la causa de la mayoría de las enfermedades; también puede causar ansiedad, depresión y disfunción cognitiva, los principales motivos de consulta al psicólogo.

"Las dificultades para superar creencias existen porque no se puede ver lo que no se cree, pero como tampoco se puede creer lo que no se ve, es necesario sembrar la duda"

El corazón también manda señales al cerebro. Tiene más de 50.000 células similares a las neuronas, que guardan memoria, aprenden, perciben y pueden inhibir centros receptores del cerebro. Su campo electromagnético se extiende fuera del cuerpo y de la coherencia entre ambos dependen el estado cognitivo, la inteligencia, funciones auto regulatorias, creativas y de resiliencia que cambian la manera de responder al mundo. Por ejemplo, se ha evidenciado que en instantes en que el cerebro no responde a los latidos del corazón, ocurre lo que en neurociencias llaman el “parpadeo atencional”, una inatención o desconexión momentánea con el exterior. Entonces, resultados alterados en pruebas de atención, en una evaluación neuropsicológica pueden tener más causas de las que se suelen considerar (disfunción cerebral).

La coherencia cardíaca se puede y se debe cultivar. Se han descrito diversas herramientas para aumentar la coherencia corazón-cerebro: liberación de emociones como miedo, ira y deseo de control; inducción de pensamientos positivos como agradecimiento, tolerancia, gratitud y compasión; activar la escucha, la paciencia y el trabajo en equipo; la autoobservación; tomar conciencia de los pensamientos y emociones (sin juzgar); el contacto contemplativo con la naturaleza; la respiración y la meditación.

Por su parte, la epigenética cuestiona la arraigada creencia de que estamos determinados por los genes, y vuelca el origen de las enfermedades sobre el medio, las percepciones subjetivas y el estilo de vida, como determinantes de la expresión genética.Esta perspectiva obliga a abandonar la pasividad derrotista que culpa a la herencia de nuestras enfermedades, para trabajar la responsabilidad y la conciencia en el alcance de la salud, abriendo con esto la posibilidad de centrarse en algo tan esencial como es la prevención de las enfermedades. Rudy Tanzi, el neurólogo que trabajó en el descubrimiento de los genes asociados a la Enfermedad de Alzheimer, señala que solo del 1 al 5% de los casos de demencia son causados por estos genes, los demás casos están explicados por la historia de vida. Señala siete pilares para crear resiliencia en el cerebro y minimizar la inflamación asociada a esta enfermedad: buen sueño, manejo del estrés, interacción con otros, ejercicio físico, aprendizaje nuevo, dieta sana y meditación.

Cuidar el cerebro implica cuidar lo que se piensa; la divagación y la rumiación mental, actividades en la que el ser humano cae el 47 % de su tiempo, aumentan el riesgo de enfermedad de Alzheimer, porque mantienen activa por mayor tiempo la red neuronal por defecto, atrayendo la formación a esa zona de las placas amiloides característica de la enfermedad; nadie pensaría que al olvidarse de estar presente, podría estar gestando la aparición en el futuro del temido alemán. Además, estar ausente está asociado a un aumento de los sentimientos de insatisfacción y sufrimiento.

La unicidad nos une a los otros cuerpos. La interacción con otros genera efectos beneficiosos palpables que se pueden usar terapéuticamente. Se ha comprobado mayor longevidad y mejor salud en las personas que: mantienen lazos emocionales cercanos; tienen el hábito de participar en esos pequeños intercambios sociales cotidianos como saludar al cajero o preguntarle al vecino por su mamá; viven con mascotas y se mantienen casadas (en matrimonios funcionales). Incluso se ha medido que hablar con extraños, como el pasajero de al lado en el metro o el autobús, aumenta la sensación de felicidad y bienestar, tanto en el que busca la conversación como en el que es abordado. También se ha evidenciado que las personas altruistas tienen mayor sensación de felicidad y bienestar que las personas poco dadas a prestar servicio; no como causa, sino como efecto.

Estudios de neuroimagen de participantes en grupos de intención, donde las personas se reúnen con el propósito de concentrar su intención a beneficio de un tercero, revelan disminución de actividad en áreas cerebrales asociadas al sentimiento de separación, preocupación, duda y negatividad. El efecto de ofrecer una buena intención es tan beneficioso para quien la ofrece como para los que la reciben.

Las fallas de atención, la impulsividad, las fallas en la toma de decisiones y el pobre auto monitoreo que provoca el agotamiento cerebral se ha demostrado que mejoran con herramientas que implican relación con otros: aumentar la sensación de pertenencia grupal, de aceptación social e inclusión. Si no se sabe cómo alcanzar estas metas, investigadores de Stanford han demostrado que el acercamiento social inhibido se puede activar a través de la meditación compasiva.

La salud, el bienestar y las emociones se contagian igual que la enfermedad; también el estrés, la ansiedad y la negatividad. Hay una responsabilidad compartida en lo que se expresa al mundo. En un estudio científico a través de Facebook se manipularon publicaciones con contenido negativo en una muestra de usuarios; luego se analizaron las publicaciones de sus amigos y descubrieron que 250.000 personas aumentaron las publicaciones de contenido negativo, comparado con sus publicaciones previas. Esto demuestra que en un sentido, la separación entre los individuos es ilusoria y esto repercute en la causa de algunos de sus padecimientos. En un experimento en Londres que midió los corazones de los espectadores durante un espectáculo, observaron que se sincronizaban aunque no estuvieran interactuando, es decir, los corazones trasmiten información directamente de uno a otro sin que intervenga la conciencia. Estamos todos íntimamente conectados, sólo no se ha determinado la profundidad y alcance de la conexión. Nuevamente, la diferenciación no es separación. Estando en meditación se ha comprobado matemáticamente que los corazones de las personas se comunican entre sí entrando en coherencia cardíaca, incluso a kilómetros de distancia, aun cuando uno de los dos participantes del estudio no sepa que está siendo comparado con el otro. Lo mejor que se puede hacer por la sociedad es cultivarse bien uno mismo.

"La salud, el bienestar y las emociones se contagian igual que la enfermedad; también el estrés, la ansiedad y la negatividad. Hay una responsabilidad compartida en lo que se expresa al mundo."

Los profesionales de la salud mental no están entrenados para trabajar el aspecto espiritual, a pesar de vivir en una sociedad con mayoría religiosa. En las carreras y libros de psicología se omite la espiritualidad como materia; esto coarta la estrategia número uno, de la que se vale un porcentaje importante de la población para afrontar las vicisitudes de la vida. El objetivo no sería filosofar y dogmatizar, aunque puede ser difícil no caer en ello debido a la variedad de creencias y posturas religiosas, pero también se enseñan corrientes teóricas psicológicas con concepciones del hombre contrapuestas y el estudiante selecciona y se desarrolla en la que más resuene con su sistema de creencias. Cuando la psicología aparta la espiritualidad inherente al ser humano coarta comprensión y acción terapéutica. Por ejemplo, estudios indican que las personas que rezan con fe, no importa a quién, salen antes de terapia intensiva que los que no lo hacen y los que padecen enfermedades terminales tienen una vida más larga.

Una investigación que analizó cerca de 1500 personas con remisiones espontáneas de cáncer, identificó 75 prácticas diferentes, manifestadas por los pacientes como la causa de su curación. De esas 75, sólo 9 eran comunes a todos los 1500 casos y de esas 9, sólo 2 eran físicas (cambio de dieta y suplementos alimenticios), el resto eran medidas emocionales o espirituales (aumentar emociones positivas; liberar emociones reprimidas; seguir la intuición; profundizar las conexiones espirituales; sentirse amados y apoyados; encontrar un motivo para vivir y tomar el control de su vida y su proceso curativo).

Estudios con monjes budistas con más de 10.000 horas de meditación acumuladas, muestran cómo en estados de meditación profunda, se activan las áreas cerebrales asociadas a la dicha, se sincronizan los hemisferios cerebrales y se conectan los lóbulos frontales a los posteriores. La sincronización cerebral mejora su funcionamiento. Al mismo tiempo reportan sentimientos de bienestar, amor y gratitud. Se ha comprobado que sólo poner en práctica sentimientos de agradecimiento incide directamente en la sensación de felicidad y bienestar, alivia síntomas físicos e incluso promueve mejores hábitos de vida en relación al ejercicio y la alimentación.

Se ha descrito hasta aquí la posibilidad de modificar la mente para promover cambios en el cuerpo o en relación con los otros, pero ¿quién está al mando de esa mente que estamos hablando? La mente que piensa y ejecuta las acciones es el cerebro en acción, pero el cerebro no es la mente, es solo un órgano del cuerpo. Entonces siendo sólo tejido, no se puede cambiar a sí mismo, ni tampoco lo puede cambiar la mente, porque la mente es su producto. Quien dirige esto es algo que esta antes que ambos y que es la consciencia: la esencia de lo que somos verdaderamente, cualquiera sea el nombre como se la identifique: Mente superior, alma, Ser, Yo superior, etc.

Para ilustrar esta idea de ser humano, nos sirve la conocida metáfora del carruaje: el carruaje es el cuerpo, el chofer sería la mente, los caballos representan las emociones y el viajero, el dueño del carruaje que va en su interior, que dirige y conoce la meta, sería la consciencia. El carruaje transita y forma parte además de un conglomerado de caminos interconectados, que lo mantienen comunicado con todos los demás carruajes, sobre quienes ejerce influencia en su conducir. Durante el camino a la meta, el chofer puede dormirse e ignorar las orientaciones del señor y el sentido del viaje; puede descuidar el carro dándole un trato que lo daña y así se dificulta la marcha. También puede controlar mal a los caballos, que responderían alocadamente, maltratando al vehículo y a otros carruajes o agotándose hasta quedar sin fuerzas o ánimos para andar.

La unicidad no se entiende, porque no se han desarrollado aún los métodos capaces de medirla, pero estos estudios invitan a reconocer que hay algo más allá de lo visible y lo conocido, con una posibilidad terapéutica que no es ético desdeñar por prejuicios

El trabajo psicoterapéutico es lograr un chofer despierto, compartiendo la voluntad y abierto a las indicaciones del señor, quien con paciencia y serenidad sabe a dónde va y cómo llegar. Que dirija a los caballos de manera armoniosa, equilibrando rienda suelta y freno, sin dejarse dominar por ellos. Promover un buen trato hacia el carruaje, atendiendo no solo su aspecto externo, sino asegurando sus cuidados, para un funcionamiento óptimo; que tome conciencia de los efectos de su manera de conducir sobre los demás carruajes y lo determinante de su posición en el tránsito. El trabajo psicoterapéutico cuando sigue una sola corriente teórica, normalmente se concentra en uno o dos aspectos aislados de este conjunto, obviando los otros.

Los estudios mencionados apuntan todos a medidas terapéuticas comunes. Cuando algo es verdad aparece de muchas maneras en diferentes lugares. Varias de estas prácticas se conocen desde hace siglos, pero eran consideradas creencias no sustentadas y hasta charlatanería o sugestión. Hoy esas creencias se iluminan con el saber de la ciencia; no con eso cobran veracidad, sino que encuentran explicación y comprensión. Hay suficiente evidencia como para considerar la unicidad, en la comprensión y abordaje multidisciplinario de los problemas psicológicos y cognitivos, como para usarla en beneficio del paciente a conciencia, como para que no se mande a los pacientes a relajación cuando no se sabe qué hacer con ellos, sino porque se sabe exactamente lo más conveniente a hacer con ellos.

Dudar de las propias creencias debe convertirse en una práctica ética. Que el trabajo personal sea una práctica continua es un deber y el mundo que vemos es el termómetro del éxito que tengamos en esa empresa, porque no vemos el mundo como es, sino como somos. La unicidad no se entiende, porque no se han desarrollado aún los métodos capaces de medirla, pero estos estudios invitan a reconocer que hay algo más allá de lo visible y lo conocido, con una posibilidad terapéutica que no es ético desdeñar por prejuicios.

Nikola Tesla dijo: “El día que la ciencia empiece a estudiar los fenómenos NO FÍSICOS, habrá más progreso en una década que en todos los siglos anteriores de existencia”.

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